lunes, 4 de julio de 2011

Tiempo II

Al llegar a los 40 - 50 años hacemos examen de la vida. Por primera vez, parece que hay más tiempo a nuestras espaldas que delante de nosotros.
Y llegados a este punto, se constata que no hemos llegado a nuestros objetivos, que nuestros sueños se han quedado en nuestras manos. Tantos planes y estamos donde estamos. Si eres honesto, asumirás que te has dejado muchos proyectos en el camino.

Llegados a este punto cabe la rabia, la frustración, el desánimo, la ansiedad... o un momento precioso en la vida:  la finitud reconciliada.



Llega el momento de aceptar en paz lo que la vida te ha traído. Lo que a la vida le has dado. Lo que en la vida has construido. Gris, mediocre, imperfecto.... eres así y tu vida es así. Si este encuentro lo haces apoyándote en el Amor, el círculo se cierra. Al Amor lo llamo Dios. Un Dios personal, comprometido con mi vida, presente en mi vida, que por Amor ha intervenido en la Historia para regalarme gratuitamente la salvación. No hay nada que yo tenga que hacer, sólo dejarme amar, a lo ancho, a lo largo, a lo profundo. Dios me ama como nadie me ha amado. Ama hasta ese fondo oscuro que nunca he podido aceptar de mí mismo. Me ama sin juzgarme. Me ama integralmente, totalmente, en mi totalidad. Me ama en mi mediocridad, en mis contradicciones, en mi poca cosa.

Y sólo tengo que dejarme amar. Desde este amor, a partir de esta EXPERIENCIA de amor total, puedo llegar a amarme a mí mismo en mi totalidad. No a partes de mí mismo. Desde este amor puedo llegar a reconciliarme con mi finitud y aceptarme en paz plena.

Este conocimiento es un conocimiento que no hace nada en nuestra mente.Para ser real tiene que pasar a nuestro corazón. Tiene que pasar de ser un conocimiento a ser una EXPERIENCIA. Si no, es puro humo.

A este proceso se le denomina experiencia fundante. Y es un regalo de Dios. No hay nada que puedas hacer para conseguirlo, porque el mero intento de poseerla, la aleja. La experiencia fundante conceptualmente consiste en fundar tu vida en el Amor gratuito de Dios en lugar de en tus esfuerzos, obras y logros. Pero el concepto no llega a ningún sitio si no se convierte en vida.

Un maestro de esta experiencia se llama Javier Garrido, franciscano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario